Por
Clara
Judith González Fagoaga
@clara_judith
Del latín passĭo, el concepto pasión tiene
diferentes usos: es la acción de padecer, la perturbación
o afecto desordenado del ánimo, de acuerdo a diferentes diccionarios
consultados en la red.
Por su parte, la innovación va de la mano con
la mejora continua, la diferencia es que en la mejora continua se ven
resultados a corto plazo y los cambios son graduales, mientras que en la
innovación se notan grandes cambios y se pueden ver resultados a mediano plazo;
mientras la mejora continua es orientada al proceso, la innovación va orientada
al resultado final.
El reto es lograr conformar una empresa de servicios,
cuyas marcas registradas sean la pasión y la innovación (Tom Peters, 2000); dentro
de una empresa, existen áreas en las cuales pareciera que las actividades son
las mismas que se hacían hace décadas atrás, tal es el caso de finanzas o
materiales.
No pasa así con el área de los recursos que de acuerdo a los teóricos y a
la gran mayoría de las empresas, los más valiosos.
Es de esperarse que tratándose de personas, las empresas se conviertan
entonces en agentes permanentes del cambio en esta área, sobre todo.
Y en eso radica precisamente el verdadero cambio: en formar personas y
desarrollar sus talentos de tal forma que sean movidos, antes que nada, por la
pasión y la innovación.
La pasión por desarrollar cada actividad cotidiana y generar oportunidades
de negocio innovadoras, que siendo sinceros, se convierta en un ganar-ganar:
gana la empresa al generar una ventaja competitiva con su talento humano y el
trabajador, se empodera profesionalmente y desarrolla en lo personal.
Esto último resulta primordial para el colaborador, ya que en la medida que
logre su desarrollo personal, sus relaciones familiares y laborales, se mantendrán
sanas y fortificadas día a día.
Por ello, resulta preciso que las empresas se aferren en formar
trabajadores de manera integral, que sean capaces como lo dice Peters, de
desarrollar de cada actividad laboral diaria, proyectos wow…!